Ciudad de México, 2 de septiembre de 2002. La doctora Dora Cecilia Sánchez Hidalgo, de la Universidad Veracruzana (UV), ha estudiado el caso de la Huelga de Inquilinos de 1922, que tuvo lugar en el barrio de la Huaca, en la ciudad de Veracruz, suceso con repercusiones importantes en la historia del puerto y que originó también hechos notables en la historia de las mujeres mexicanas.

Durante el ciclo Autoras de las urbes: la historia a contrapelo, del Seminario Ciudad habitable para todas y todos organizado por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC), la académica del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV, narró que este movimiento inició en el barrio de la Huaca, ubicado a diez minutos a pie del centro de la ciudad y donde habitaban trabajadores portuarios.

“Hacen una manifestación contra el cobro de renta por los altos precios y las pésimas condiciones de las viviendas arrendadas. Antes, las mujeres se organizaron para ir al Palacio Municipal local a negociar. Ante la negativa, realizaron un acto simbólico donde amenazaron con la quema de colchones”, expuso la investigadora.

En la zona “existe un orgullo y una identidad de la vida de barrio que surgió a través de movimientos de jaraneros, asimismo, ha existido una resistencia muy importante desde hace muchos años contra los desalojos”.

La Huaca del México revolucionario debe entenderse desde su contexto. Las mujeres organizadas portaban una estética, con la conciencia de que se encontraban en la lucha revolucionaria y se auto representaban con sus sombreros.

Para comprender la huelga inquilinaria, se debe entender el contexto de la guerra y los cambios en las relaciones de género y los roles sociales de hombres y mujeres.

La huelga de inquilinos giró en torno de un contexto socio político tenso en la costa de Veracruz. Dio cabida a gobernadores radicales, movimientos anarquistas, sindicalistas, socialistas en plena ebullición; también se formaron grupos de representación política gremiales como partidos y sindicatos, dando pauta a otros movimientos sociales como la huelga de electricistas, la de tranviarios, o el conflicto de los estibadores y trabajadores del mar.

De la salida del dictador Porfirio Díaz a 1922, el espacio urbano se transformó en una sociedad revolucionada, no solo por las fuerzas militares invasoras, sino desde la perspectiva de la gente que vivió esos eventos. “Aunque con las intervenciones se marca el inicio de una nueva era del colonialismo en América Latina, el Puerto de Veracruz también vivió sucesos importantes en la historia de las mujeres mexicanas”.

Con la revolución y la recuperación constitucionalista, fue ahí donde Hermilia Galindo logró meter la Ley de Divorcio en 1914; se comenzaron a reorganizar las zonas de "tolerancia" y con ella el cobro de impuestos; así como el inicio de la historia de las maestras normalistas, refirió la investigadora.

Ya en siglo XXI, durante los últimos 20 años, el Puerto de Veracruz ha experimentado una constante expansión que ha generado la construcción de vivienda de interés social en la periferia. Sin embargo, a pesar de ser casas nuevas, la gente se niega a irse a vivir a estas por su mala calidad, los gastos para transportarse al centro de la urbe, así como por su fuerte sentido de identidad y el arraigo al barrio.

Para Dora Sánchez, el espacio es una referencia identitaria que permite a los sujetos construir relaciones sociales a través de estas, conformar la trama social en la que se juega su ubicación y movilidad en el mapa social.