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La discriminación racial hacia las migrantes de Centroamérica a Ciudad de México provoca desigualdades

• El género configura las formas de movilidad social, el acceso a los servicios sociales y los riesgos y las vulnerabilidades de las migrantes.

“Dignificar los espacios de vida de las mujeres migrantes es uno de los retos que tiene la Ciudad de México para repensar y leer esos espacios de la movilidad social de las mujeres desde una perspectiva racista, porque el racismo estructural es el detonante de todo tipo de desigualdades”, advirtió la Dra. Angela Yesenia Olaya Requene, investigadora asociada del Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas, de la Universidad de Harvard.

Durante la conferencia "Otredad racializada en la migración de mujeres a la Ciudad de México" que impartió en el marco de Ciudad Habitable #NosotrosPorEllas que realiza el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC), como parte de la campaña He For She de ONU Mujeres, se reflexionó sobre los desafíos para México y América Latina relacionados con las migraciones y las diferentes violencias que se relacionan con este fenómeno social, así como la necesidad de combatir las prácticas discriminatorias.

El 12 de febrero en el Auditorio Atlántida Coll del Instituto de Geografía de la UNAM, expuso las condiciones de las migrantes garífunas de Honduras, Guatemala y Salvador, es decir, mujeres pertenecientes a territorios característicos de la negritud de estos países, que llegan a la Ciudad de México, y de los lugares en donde se quedan y las redes que las acompañan en ese tránsito.

La investigadora aseveró que existen redes colectivas que se construyen para sobrevivir cultural, económica y políticamente en un territorio que no les pertenece. El municipio de Tlalnepantla, en el Estado de México, es un centro de acogida de mujeres provenientes de Centroamérica, sin embargo, se encuentran en espacios de alta precariedad.

El trayecto de tránsito de las mujeres es altamente vulnerable, pues además de sufrir violencia sexual, intrafamiliar y secuestros, padecen también el rechazo de la población por estereotipos negativos cargados de racismo y discriminación racial.

Consideró que hay desconocimiento de por qué las personas salen de su lugar de origen. “Su única salida es huir del territorio, huir se convierte en un mecanismo de sobreviviencia individual y colectiva frente a las violencias estructurales en sus lugares de origen”.

Por ello aseveró, se debe prestar atención a la modalidad institucional en la que se expresa la violencia a las mujeres migrantes, detectando la discriminación y la violación de sus derechos, así como reparar en las miradas de las propias migrantes sobre la violencia que las afecta. Subrayó que debe hacerse trabajo situado con las mujeres que llegan a la capital mexicana desde las emociones y trabajar las vulnerabilidades con un impacto político.

La Dra. Olaya precisó que “el confinamiento cerrado en las ciudades es un reto político porque tiene que ver con el acceso a los servicios y a las oportunidades, principalmente a un trabajo digno y no a economías informales, por lo que el desafío es romper los lugares de la periferia para tener mayor movilidad social”. Debe dignificarse a la periferia con políticas públicas que ofrezcan oportunidades y acceso a mejores servicios.

La interseccionalidad del género, de su identidad, de su clase y de su territorio de pertenencia, afecta el reconocimiento de derechos humanos y como sujetas de derecho. En el ámbito de la construcción de política pública para la atención de mujeres y niñas migrantes, es importante el enfoque de la interseccionalidad con perspectiva de género, ya que la realidad de las propias mujeres es diferente.

La investigadora aseveró que el riesgo de sufrir violencia se incrementa cuando factores como el género, el estatus legal, la edad, la clase social y la pertenencia étnica, son utilizados como categorías de discriminación. Alrededor de las migraciones regulares y forzadas circula una economía criminal que debe ser evidenciada, ya que estas mujeres y sus cuerpos han ocupado un lugar muy importante en las economías criminales.

Para contextualizar, dijo que las migraciones en tránsito por México responden a las desigualdades sociales de los países de origen, violencias asociadas principalmente a la delincuencia organizada, persecuciones, desastres, conflictos ambientales, economías extractivas y desastres ocasionados por el cambio climático.

De acuerdo con datos de Naciones Unidas, las mujeres representan casi la mitad de los 244 millones de migrantes en el mundo y la mitad de los 19.6 millones de personas refugiadas del mundo. Entre el año 2000 y el 2015 el número de migrantes internacionales aumentó 41%.

La academia tiene como retos en el tema, crear bases de datos que vengan acompañadas de testimonios e historias de vida para sensibilizar sobre las vulnerabilidades que enfrentan las mujeres racializadas en las rutas de tránsito y destino, procurando que tenga impacto en la sociedad.

 

 

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