La Dra. Angélica Lucía Damián Bernal, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y la Arq. Salma Paulina López, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, campus Querétaro, presentaron los casos de dos municipios del país que registran un alto índice de feminicidios: Tijuana, en el estado de Baja California y Naucalpan, en el Estado de México; muchos de ellos perpetrados en espacios públicos inseguros, lo que limita el tránsito de las mujeres y su derecho a una vida libre de violencia.

Así lo expusieron el 4 de diciembre pasado en el Seminario permanente “Ciudad habitable para todas y todos #NosotrosPorEllas” del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) de la UNAM, dedicado al tema “Violencia feminicida en espacios urbanos” en el marco de los #16DíasDeActivismo contra la violencia de género.

La geógrafa feminista Angélica Damián Bernal, expuso la investigación sobre los feminicidios en Naucalpan de Juárez, donde identificó a partir de la Primera Investigación Diagnóstica a Nivel Nacional elaborada en el 2006 por la Comisión Especial de Feminicidio de la LIX Legislatura, que este municipio se encuentra entre los de mayor índice en el país con más víctimas por este delito.

Su estudio encontró que las víctimas mujeres de Naucalpan no sólo pertenecen a un determinado grupo social o a un rango de edad, sino que hay víctimas desde recién nacidas, niñas, mujeres jóvenes y adultas de distintos niveles socioeconómicos. En su trabajo hizo un mapeo de los casos entre el 2000 y 2006 para delimitarlos a escala local y entender el fenómeno.

Se requieren políticas públicas donde la perspectiva de género sea transversal a cada una de las acciones. Asimismo, es fundamental que los municipios cuenten con direcciones y comisiones de género, así como de Institutos de las Mujeres para atender el problema. Resaltó que el movimiento feminista ha luchado por que se construyan estos institutos para que las mujeres sean sujetas de atención profesional y de derecho.

Consideró que para atender la violencia de género se necesitan diagnósticos espaciales, voluntad política y presupuestos etiquetados con perspectiva de género.

Reconoció que las organizaciones feministas, las madres de las víctimas y las académicas, son quienes han colocado el tema del feminicidio en la agenda y han promovido su denuncia y su prevención.

“El espacio libre de violencia para las mujeres debe entenderse como algo no acabado, como un proceso paulatino en el cual intervienen distintos actores sociales y políticos en varios ámbitos; se requieren acciones jurídicas, políticas, ideológicas y sociales. Requerimos que el feminismo presione al Estado para que las mujeres cuenten con el derecho a una vida libre de violencia, donde el acceso a la justicia y a los marcos jurídicos sea una realidad para que sean sujetas de derecho”, añadió.

La Arq. Paulina López presentó el proyecto “En memoria de las que se llevaron”, que aborda la violencia feminicida en Tijuana, mismo que participó en la convocatoria Mujeres en el territorio, de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), en la categoría de intervención urbana.

De enero a septiembre de 2020, Tijuana registró 17 feminicidios, ocupando el segundo lugar a nivel nacional con más casos en esta categoría. La Arq. López comentó que su proyecto es un homenaje a las víctimas a través del uso del espacio público para contar su historia y visibilizar los feminicidios desde un punto de vista no estadístico. “La ciudad y el espacio público son testigos tanto de las protestas y manifestaciones de feministas exigiendo seguridad, como de los feminicidios y la violencia de género”.

La intervención consistió en hacer una conexión entre el espacio público y el mapa de feminicidios en México; para ello seleccionó cinco casos ocurridos entre 2017 y 2018 que tenían en común haber sucedido en la vía pública; es entonces que, a partir de la misma calle, propicia que la comunidad participe en la intervención con la activación del espacio.

En círculos de pintura en el pavimento coloca la leyenda “En memoria de: nombre de la víctima” (o signos de interrogación para el caso donde no están identificadas), y al final la leyenda “Ni una más”. Estos puntos se adaptan como espacios de juego, de tránsito, como incentivo para el arte local o utilizan elementos de urbanismo táctico con el fin de que la comunidad participe en el espacio.