Es indispensable analizar el curso de las curvas pandémicas y ubicar el momento de evolución de la pandemia en el cual nos encontramos para redefinir de modo más acertado las políticas públicas de cada país, comentó el doctor Malaquías López Cervantes, del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Durante la conferencia del ciclo La Ciudad y la Pandemia, organizado por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC), subrayó la necesidad de construir mecanismos de alerta, rememorando al sistema de alertas sísmicas, para notificar a la población ante posibles rebrotes y tomar medidas de acción concretas.
También durante su conferencia compartió los paralelos iniciales con el comportamiento de la influenza, lo cual trajo consigo decisiones equivocadas sobre el manejo de la salud pública. Se trata de un virus que no muta tan rápido, por lo cual, las vacunas podrían darnos una inmunidad de dos años o, inclusive, hasta tres, frente a un sistema de revacunación por influencia que debe ser anual.
En cuanto a la aplicación de pruebas, el especialista subrayó que existen dos tipos: las pruebas diagnósticas, comúnmente conocidas como PCR, o bien, las pruebas de identificación de anticuerpos. Asimismo, destacó que cuando un individuo se contagia tiene una ventana de inicio de síntomas que va de los 5 a los 14 días después de haber estado expuesto al virus.
Dicho factor genera aún más incertidumbre en la población asintomática, quien aún sin presentar indicios de la enfermedad también pueden infectar a otros individuos, de ahí que el lavado de manos, la sana distancia y uso de cubrebocas sean puntos indispensables para contener los contagios.
El doctor López Cervantes precisó que, para el caso de México, el panorama es aún incierto, pues las predicciones sobre los picos máximos de contagio no se han cumplido. Por esta razón, el tránsito hacia una “nueva normalidad” debe considerarse desde una política pública integral, donde se establezcan mecanismos para el cuidado de la salud, el acceso a una buena alimentación y la conducción de una buena economía.
Aunado a lo anterior, expresó que la transición hacia un nuevo modelo debe contemplar el consenso social, especialmente en la aceptación de las nuevas restricciones de la vida pública y aceptar el riesgo por la permanencia del virus en nuestros entornos cotidianos.